Cantar el día de día
Pablo Bruno es un joven cordobés de 23 años que dedica su vida al folclore y
a expresar con la música su presente y su gratitud a la vida.
Nacido en Barrio Pueyrredón de Córdoba capital, este cantante y compositor
sacó su primer disco titulado “Nuestro grito” y lo canta por toda Córdoba. Hoy
nos comparte su pasión por la música y la gran dedicación que le pone a ella.
¿Cómo llegaste a la música? ¿Algún familiar te acercó?
Eso es muy loco porque en mi casa nadie es músico. Desde que nací
me armaba una batería en mi casa, como a los 2 años o 3 y empecé a tocar e
inventaba canciones, con eso mi abuelo vio que me gustaba la música y me regaló un bombo legüero que hasta el día de hoy tengo. En mi familia fue muy particular
eso, no había nadie que tocara un instrumento y tampoco había ningún tipo de instrumento. Llegué y la casa se empezó a colmar, tengo piano, batería, guitarra, charango y demás.
¿Cómo llegaste al folclore? ¿Por qué este género de música y no otro?
Llego al folclore gracias a mis abuelos. Era niño, ellos me llevaban a peñas y
demás, íbamos los tres para todos lados y ahí es como que le agarré ese amor al
folclore. También bailaba cuando tenía 5 o 6 años en un taller de folclore, así que
ahí adquirí todo este amor de peñas, de encuentros, de la gran familia que es el
folclore.
Después, en la etapa de la adolescencia, empecé a tocar la batería y formé una
banda de rock nacional, hacíamos temas propios. A los 16 años agarré la guitarra y empecé a componer y fue conectarme de vuelta con el folclore y a dedicarme por
completo a cantar con este género. Pero viene todo ese amor gracias a mis
abuelos.
¿Qué instrumentos tocás?
Me gusta mucho los instrumentos de percusión. Toco la batería, el bombo
legüero, el cajón peruano, congas, bongos, es como que tengo un amor muy
particular por la percusión. Asimismo, me gusta mucho la guitarra para componer,
encontré una gran conexión con la guitarra. Ahora también estoy tocando el piano, que es otro instrumento al que en este tiempo me estoy acercando más.
Aparte de la banda de rock ¿Integraste o integrás algún grupo de folclore o de
otro género?
La etapa de la banda de rock fue poco tiempo pero fue muy interesante,
ganamos un concurso, tocamos La Bersuit, Onda Vaga, pero obviamente mi amor está abocado al género del folclore. Tengo mi proyecto como solista “Pablo Bruno”, tengo mis músicos, mi banda (que dependiendo el lugar, voy con ellos, o no).
Tenemos piano, guitarra, bajo, percusión y batería también. Cuando estamos todos completos, en el show abrimos el espacio a otros géneros como el candombe, el bossa, el jazz, jugamos un poco con eso, pero siempre partiendo del folclore.
¿En qué espacios tocás por acá en Sierras Chicas?
Por Sierras Chicas hemos estado por La Minerita, en el teatro de Unquillo, en
Río Ceballos y en varios sitios independientes de la zona. Hace poquito por Villa
Allende estaba realizando mi peña, que es la Peña Andariega por Triki Traka, ahí hemos compartido con José Luis Aguirre, Lenny Carabajal, Paola Bernal, entre otros artistas.
Hace poco estuve tocando acá por Córdoba. Tuve la gran suerte de conocer a
Peteco Carabajal en un lugar que se llama el Viejo Molino. Y bueno, también moviéndome en ciertos lugares independientes en los cuales se siente que hay un
apoyo, un acompañamiento para los artistas que estamos en este camino, floreciendo.
¿En qué te inspiraste para hacer tu primer disco “Nuestro grito”?
Creo que lo principal que me motiva y me inspira es el amor, llevarlo al presente
y de acuerdo a las vivencias. El amor por lo que hago, por la música, por la vida.
Todos los días agradezco poder respirar, estar en contacto con la tierra, con la
naturaleza y con la gente, porque creo que nos necesitamos los unos a los otros.
¿Qué es lo que más te gustó cuando lo hiciste?
La realización del armado de las canciones con mis amigos músicos, esto de
que no fue solo para mí sino para mis amigos y no fue solo para mí el primer disco,
sino que para ellos también fue una etapa de aprendizaje muy interesante.
¿Por dónde difundís tu trabajo? / ¿Te ayudan las redes sociales?
El boca en boca creo que es lo principal, tiene otro manejo con la gente.
Asimismo, las redes sociales tienen una cosa: que nos aleja de la gente que está
cerca y nos acerca a la gente que está lejos. Entonces es una forma más para
difundir mi trabajo.
¿Cómo ves el folclore en Sierras Chicas?
Es espectacular, sobre todo en Unquillo, Mendiolaza; hay muchos músicos en
esas zonas que nutren de música, además de otro género, eso es lo interesante.
Además, a Córdoba vienen personas de todo el mundo, entonces se enriquece la
cultura y la música de una manera muy particular.
¿Cómo definirías al público joven del folclore?
No es tanto, pero sí es mucho. Es simplemente que no les llega o no lo
escuchan. Los medios no te lo muestran o lo muestran de otra manera, creo que
pasa por ese lado. El folclore es una gran familia, para mí los géneros llegan a las
personas en el momento que tiene que ser.
¿Cómo te afecta laboralmente la pandemia?
Creo que a todos nos afectó, pero no está bueno poner el foco en las partes
negativas, está bueno resolver. Por ejemplo, yo grabé mi disco en plena pandemia.
No podía tocar, ¿qué podíamos hacer?: nos metimos a full al estudio. Siempre hay
que buscar el lado positivo de las cosas.
¿Qué proyectos te tienen ocupado actualmente o planeas llevar a cabo en el futuro?
En este momento estoy componiendo, siempre en una conexión con la escritura
y las canciones. Aparte tengo varios proyectos con la música, para poder expandir
este camino, y también seguir estudiando, es siempre bueno para aprender, todos
los días hay algo para aprender.
Hace poco sacamos un videoclip de una canción que se llama “Un halo de zamba” y estamos planeando grabar una canción con una batucada que se llama “Yo te
invito”. Trata de esto que hablábamos, que yo te invito a soñar que todo se puede;
es un tema para la juventud, para ese momento cuando terminamos el colegio que
no sabemos para dónde ir. Es como que yo te invito a soñar que todo se puede,
inténtalo que todo se puede.
Por Bruno De Santis y Octavio Bottarelli. Instituto Nuevo Milenio