Comedor Niños Felices

Comedor “Niños Felices”: en pandemia también se come

Sandra Rodríguez es una de esas mujeres que conociendo la realidad del barrio Villa Martínez y sintiendo la vocación de dar, se puso “manos a la olla” y abrió un comedor. La crisis que llegó con la pandemia de Covid-19 permitió que estos comedores y sus comensales incrementaran.
Aunque, por lo que Sandra nos contó, la crisis económica ya venía de antes.
En Córdoba, por ejemplo, alrededor de 58.000 personas concurren a comedores y merenderos de la ciudad, según informó Vía Córdoba allá por abril del 2020. Frente a esta realidad, el Estado viene implementando una serie de medidas como la Asignación Universal, la Tarjeta Alimentar, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), programas alimentarios escolares (PAICOR), entrega de viandas y módulos de mercadería. Sin embargo, no todos los sectores sociales acceden a estos beneficios y, si lo hacen, no son suficientes para pelear contra el hambre ni mucho menos para lograr una alimentación saludable.
Por estos motivos, el barrio crea comedores comunitarios. Es en estos lugares donde familias y vecinos asumen el compromiso de ayudar a su comunidad, como en el caso de Sandra y sus compañeras. Ellas atienden la compleja realidad de aquellas familias cordobesas que no cuentan con los recursos mínimos y necesarios para tener, por lo menos, una comida diaria.

¿Cuándo arrancó con el comedor Niños Felices?
Yo arranqué con este proyecto en el año 2016.

¿Por qué decidió abrirlo?
Había mucha necesidad. Lo abrí para ayudar a la gente del barrio que la estaba pasando muy mal.

¿De dónde obtiene los recursos?
Del Banco de Alimentos Córdoba y de fundaciones que siempre nos están dando una mano.

¿Cómo realiza el reparto de la comida?
Se raciona la comida de acuerdo a la cantidad de niños que asisten al comedor y la repartimos en viandas.

¿Cuántas personas asisten al comedor?
Tenemos un total de 97 personas.

De las palabras de Sandra y los datos que nos brindó se llega a la conclusión de que muchas son las necesidades de los niños y adultos de Córdoba, en este caso del barrio Villa Martínez. En este sentido, sería de mucho valor que el Estado se vinculara con los comedores y las organizaciones barriales para coordinar acciones. Más aún si se tiene en cuenta que el PAICOR no ha estado funcionando de la manera en que lo hacía antes de comenzada la pandemia, sino que, ante los nuevos modos de dictar clases, los módulos alimentarios se entregan una vez al mes.
Es vital el rol que desempeñan los comedores en los barrios, por eso necesitan del aporte económico del Estado y también de capacitación para la preparación de alimentos saludables.  Nunca está de más aprender a preparar comidas nutritivas para así asegurar el derecho a una
alimentación sana.

Fuentes: Vía Córdoba / La Voz del Interior.

Por Alan Cabrera. IPEM 185 Perito Moreno.

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